Sabías que #técnica y #arte es lo mismo?
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Hoy, querido lector de almayogavida.com, quiero hablar un poco sobre la técnica. Creo que hay mucha confusión lamentable sobre el tema. Podríamos decir que la técnica la asociamos, entre otras cosas, con la excelencia técnica. Qué es eso trataré de explicar el este post.
El origen del término
Técnica (del lat. technĭcus, y este del gr. τεχνικός, de τέχνη, arte) en griego, entre otras acepciones, significa arte.
Estamos acostumbrados a considerar técnica como una secuencia de pasos o acciones que conduce a cierto resultado. Por ejemplo la técnica de respiración completa en Yoga: movemos el abdomen, las costillas, las clavículas al inspirar y lo mismo al expulsar.
El diccionario de RAE nos dice que también es la habilidad de ejecutar cualquier cosa o conseguir algo. Decimos a veces que alguien es muy técnico en cierta disciplina deportiva, por ejemplo, teniendo en cuenta precisamente eso de la secuencia de pasos.
Mi experiencia con el aikido
Durante algunos años practicaba el aikido y sobre todo al principio estaba muy ocupado en asimilar las “técnicas”: agarro, coloco los pies, el cuerpo, giro y voilà – una bonita técnica.
Ya durante los entrenamientos estaba dándome cuenta de que algo fallaba. No había dos cuerpos iguales los compañeros eran altos, medianos, bajos, más corpulentos, menos corpulentos, más flexibles, menos flexibles o directamente muy rígidos, ágiles, “torpes”, rápidos, lentos, etc..
Esa diversidad de condiciones físicas hacía muy difícil una aplicación mecánica de una “técnica”, simplemente no funcionaba. Y sin embargo ponía el empeño en ser preciso con la técnica.
Un poquito más tarde leí una frase del fundador del aikido, Morihei Ueshiba, de que no hay técnicas. Y efectivamente, viendo sus videos asombrosos me daba cuenta de que en su caso no había técnicas tal como lo solemos entender. Era un arte, una creación permanente de algo único y eso era realmente espectacular.
Pero sobre tatami no lograba comprender cómo lograr a acceder a ese arte. Me parece, igual me equivoco, que Morihei Uesiba dijo, que al principio las técnicas son necesarias pero más tarde estorban. Ahora lo comprendo, ahora sé que la técnica es una muleta necesaria para aprender a caminar.
Decir adiós a las muletas
Una vez aprendes a caminar, la muleta sobra, no es necesaria, y si te empeñas en seguir usarla, empieza a estorbar. Siempre es una limitación. Pongo otra metáfora que me gusta mucho.
Cuando se construye una casa, por fuera se hacen los andamios. Una vez construida la casa los andamios estorban.
Eso es lo que pasa con la técnica. Ayuda al principio y estorba cuando adquieres cierta maestría. Con la maestría llega ese arte que se sale de las fronteras estrechas de la técnica.
Digamos si uno es un maestro en algo (alcanzó la maestría en algo, convirtió en arte cierta/s habilidad/es) es muy flexible con los medios. Un artista marcial verdadero (no en vano se llama artista!) puede convertir en arma cualquier objeto: un pañuelo, un trozo de papel, un puñado de tierra, un palillo de comer, un libro, un periódico, etc. etc. etc.
Uno que domina el arte de dibujar lo puede hacer con cualquier objeto o sustancia/material que puede dejar huella sobre una superficie cualquiera. Preferirá, tal vez, usar los medios tradicionales, pero tiene ese arte de crear que fácilmente sobrepasa las fronteras de lo usual, de lo de costumbre.
Y eso es precisamente lo que llamamos la excelencia técnica.
Liubkí no tienen técnicas
En el arte marcial ruso de liubkí no hay técnicas. Incluso algunos instructores de liubkí dicen abiertamente que las técnicas es la mayor tontería del mundo. Y en parte estoy muy de acuerdo con ellos. Lo demuestran por ejemplo liberándose jugando de las llaves muy dolorosas que estamos acostumbrados a considerar infalibles.
Eso lo demuestra muy bien Alexander Shevtsóv: aún cuando le sujetan agarrando con fuerza y con llaves muy dolorosas cinco personas, se libera jugando y sin esfuerzo, haciendo que los que le sujetan caigan al suelo como si fueran unos muñecos mal articulados.
Los skomoróji (скоморохи) rusos (y los maíki como representantes más sorprendentes de éste fenómeno), digamos bufones o clowns (ninguna de esas palabras refleja la esencia, pero de momento lo dejo así) de las ferias, hacían un espectáculo de risa: invitaban a cualquier persona del público a bailar con ellos (generalmente hombres) e influyendo en sus apoyos, hacían que se moviera como si estuviera muy borracho: se tambaleaba, se caía, le costaba levantarse del suelo, se tropezaba, etc. Los skomoróji fingían que intentaban ayudarle cuando en realidad le retiraban constantemente sus propios apoyos. Eso causaba unas carcajadas de risa en el público. Al soltar a la persona en cuestión , ésta se retiraba caminando sin problemas ni dificultad alguna.
En mi opinión, lo que hace Alexander Shevtsóv y sus discípulos, es una demostración gráfica de la limitación evidente que imponen las técnicas. Las muletas son muy útiles cuando proporcionan un apoyo adicional, pero una vez recuperados nuestros propios apoyos, las muletas sobran y empiezan a estorbar.
El olvidado arte
Así, una vez más, llegamos al arte. Y ¿qué es arte? Arte (del lat. ars, artis, y este calco del gr. τέχνη – es decir lo que llamamos técnica!) es “virtud, disposición y habilidad para hacer algo”, según el DRAE. Es la acepción que nos interesa.
Así se unen dos términos que para nosotros, a nivel coloquial, representan algo distinto: la técnica y el arte.
Como hemos visto en realidad es lo mismo.
Y no hay nada más que arte, esa virtud de crear algo nuevo aunque tenga la “misma” apariencia de siempre.
Hablando de las técnicas como un arte, podemos tomar como ejemplos las técnicas antiestrés. Pueden ser muy simples, como en el ejemplo del enlace y al mismo tiempo, al intentar practicarlas, descubrimos que no es su simplicidad lo que nos impide ponerlas en práctica.
Detectamos que no tenemos cultivado ese arte de hacerlo en la vida cotidiana. Eso es lo más curioso: sencillo a no poder más y tan difícil de llevarlo a la práctica.
Si nos trasladamos al terreno del Yoga, a ahora diré una herejía, cualquier posición corporal puede ser un asana, una postura. Podemos crear una infinidad de posturas valiéndonos de nuestra imaginación. Pero todos tenemos esa firme impresión de que los asanas son solamente aquellas posturas “yoguicas” que hacen los “yoguis” y cuyos secretos conocen tan solo los iniciados: los profesores y maestros de Yoga.
Patanjali, el supuesto autor de Yogasutras, define asana como una “posición estable y cómoda”. Eso está escrito en la “Biblia” del Yoga. Luego cualquier posición corporal que sea estable y cómoda es una postura, un asana. El caso es que confundimos el yoga de Patanjali con el Hatha yoga. Ambos mencionan las posturas pero en distinto grado: Patanjali le dedica tan sólo un 1% de su texto a la postura (luego le da una importancia ínfima), los textos de Hatha yoga no paran de hablar de los asanas.
Bueno, volvamos a la técnica y a la excelencia técnica.
Los garrotes de la técnica
Somos víctimas de esa visión técnica de la vida: paso 1, paso 2, paso 3, felicidad. En lugar de ser creadores libres, nos metemos en un agujero muy estrecho de la técnica buscando la felicidad donde no puede haberla. Condenándonos de por vida a la esclavitud de la técnica, así nos va.
Volviendo una vez más al Yoga, y usándolo solo como un ejemplo, todo trabajo postural y respiratorio tiene como objetivo equilibrar flujos del prana, calmar, tranquilizar, aquietar y poder sentarse a meditar. ¿Podemos conseguir todo esto sin posturas y la respiración “técnica”? Sin duda alguna.
Si puedo conseguirlo sin posturas y la respiración “técnica”, las posturas y la respiración sobran, cierran paso a lo que tiene una importancia mucho mayor que todos estos preliminares.
Insisto, para empezar, está muy bien crear unas limitaciones para simplificar la comprensión. Pero una vez alcanzada la comprensión, es necesario emprender la navegación libre.
Pranayama (prácticas respiratorias) es una manera de acceder a control de prana – la fuerza vital. No sé si el prana puede controlarse, dudo mucho. Digamos acceder al manejo de prana. Pero una vez comprendido cómo se logra manejar el prana ¿merece la pena seguir con pranayama? Pranayama sobra cuando uno realmente domina el arte de acceder y usar la fuerza vital.
Los ejemplos de ello son múltiples. Por su amplitud no voy a tratar éste tema ahora.
Pero año tras año nos quedamos atascados en las técnicas, perfeccionando la posición del cuerpo, afanándonos en mover los pulmones, jugando a hacer el circo, cuando a unos pocos centímetros tenemos todo un océano de fuerza ilimitada. Al alcance de nuestra mano.
Y lo más sorprendente de todo esto es que de cuando en cuando, sin hacer nada especial, sin entrenarnos, ni obsesionarnos con las “técnicas” accedemos de golpe a ese océano de la dicha. Luego regresamos a nuestra existencia anodina sin comprender ni el por qué ni el cómo.
No os obsesionéis con las “técnicas”, no olvidéis que el significado original de la técnica es arte, tratad de ser artistas, creadores libres de vuestras vidas.
¿Cómo podemos hacerlo? Habría que investigar, en el arte no hay “técnicas”.
Un sorprendente video de Watanabe sensei. Eso no se hace con las “técnicas” tal como lo entendemos, es puro arte, un fluir, una alegría. Si no conociera personalmente a la gente que trabajan liubkí, diría que es una tomadura de pelo y que todo está amañado. No lo es.
Nos parece imposible precisamente por estar envenenados por la visión “técnica” de la vida y del ser humano. Disfrutad.
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